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Salmo 23

El Señor es mi Pastor

 

1 El Señor es mi pastor;

   nada me falta.

2 En verdes praderas

   me hace descansar,

   a las aguas tranquilas me conduce,

3  me da nuevas fuerzas

   y me lleva por caminos rectos,

   haciendo honor a su nombre.

 

4  Aunque pase por el más oscuro

    de los valles,

   no temeré peligro alguno,

   porque tú, Señor, estás conmigo;

   tu vara y tu bastón

   me inspiran confianza.

 

5  Me has preparado un banquete

   ante los ojos de mis enemigos;

   has vertido perfume en mi cabeza,

   y has llenado mi copa a rebosar.

6  Tu bondad y tu amor me acompañan

   a lo largo de mis días,

   y en tu casa, oh Señor,

   por siempre viviré.

 

 

 

 

Salmo 91

El Señor es nuestro refugio

 

1 El que vive bajo la sombre protectora

   del Altísimo y Todopoderoso,

2  dice al Señor: “Tú eres mi refugio,

   mi castillo, ¡mi Dios,

   en quien confío!”

3  Solo él puede librarte

   de trampas ocultas y plagas mortales,

4  pues te cubrirá con tus alas,

   y bajo ellas estarás seguro.

   ¡Su fidelidad te protegerá

   como un escudo!

5  No tengas miedo

   a los peligros nocturnos,

   ni a las flechas lanzadas de día,

6 ni a las plagas que llegan

   con la oscuridad,

   ni a las que destruyen a pleno sol;

7  pues mil caerán muertos

   a tu izquierda

   y diez mil a tu derecha,

   pero a ti nada te pasará.

8 Solamente lo habrás de presenciar:

   verás a los malvados recibir

   su merecido.

9  Ya que has hecho del Señor

   tu refugio,

   del Altísimo tu lugar de protección,

10 no te sobrevendrá ningún mal

   ni la enfermedad llegará a tu casa;

11pues él mandará que sus ángeles

   te cuiden por donde quiera que vayas.

12 Te levantarán con sus manos

   para que no tropieces con piedra

   alguna.

13 Podrás andar entre leones,

   entre monstruos y serpientes.

 

14 “Yo lo pondré a salvo,

   fuera del alcance de todos,

   porque él me ama y me conoce.

15 Cuando me llame, le contestaré;

   ¡yo mismo estaré con él!

   lo liberaré de la angustia

   y lo colmaré de honores;

16 lo haré disfrutar de una larga vida:

   ¡lo haré gozar de mi salvación!”

 

 

 

   

 

Salmo de David.

37 No te impacientes a causa de los malignos,

 

Ni tengas envidia de los que hacen iniquidad.

 

2 Porque como hierba serán pronto cortados,

 

Y como la hierba verde se secarán.

 

3 Confía en Jehová, y haz el bien;

 

Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad.

 

4 Deléitate asimismo en Jehová,

 

Y él te concederá las peticiones de tu corazón.

 

5 Encomienda a Jehová tu camino,

 

Y confía en él; y él hará.

 

6 Exhibirá tu justicia como la luz,

 

Y tu derecho como el mediodía.

 

7 Guarda silencio ante Jehová, y espera en él.

 

No te alteres con motivo del que prospera en su camino,

 

Por el hombre que hace maldades.

 

8 Deja la ira, y desecha el enojo;

 

No te excites en manera alguna a hacer lo malo.

 

9 Porque los malignos serán destruidos,

 

Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.

 

10 Pues de aquí a poco no existirá el malo;

 

Observarás su lugar, y no estará allí.

 

11 Pero los mansos heredarán la tierra,

 

Y se recrearán con abundancia de paz.

 

12 Maquina el impío contra el justo,

 

Y cruje contra él sus dientes;

 

13 El Señor se reirá de él;

 

Porque ve que viene su día.

 

14 Los impíos desenvainan espada y entesan su arco,

 

Para derribar al pobre y al menesteroso,

 

Para matar a los de recto proceder.

 

15 Su espada entrará en su mismo corazón,

 

Y su arco será quebrado.

 

16 Mejor es lo poco del justo,

 

Que las riquezas de muchos pecadores.

 

17 Porque los brazos de los impíos serán quebrados;

 

Mas el que sostiene a los justos es Jehová.

 

18 Conoce Jehová los días de los perfectos,

 

Y la heredad de ellos será para siempre.

 

19 No serán avergonzados en el mal tiempo,

 

Y en los días de hambre serán saciados.

 

20 Mas los impíos perecerán,

 

Y los enemigos de Jehová como la grasa de los carneros

 

Serán consumidos; se disiparán como el humo.

 

21 El impío toma prestado, y no paga;

 

Mas el justo tiene misericordia, y da.

 

22 Porque los benditos de él heredarán la tierra;

 

Y los malditos de él serán destruidos.

 

23 Por Jehová son ordenados los pasos del hombre,

 

Y él aprueba su camino.

 

24 Cuando el hombre cayere, no quedará postrado,

 

Porque Jehová sostiene su mano.

 

25 Joven fui, y he envejecido,

 

Y no he visto justo desamparado,

 

Ni su descendencia que mendigue pan.

 

26 En todo tiempo tiene misericordia, y presta;

 

Y su descendencia es para bendición.

 

27 Apártate del mal, y haz el bien,

 

Y vivirás para siempre.

 

28 Porque Jehová ama la rectitud,

 

Y no desampara a sus santos.

 

Para siempre serán guardados;

 

Mas la descendencia de los impíos será destruida.

 

29 Los justos heredarán la tierra,

 

Y vivirán para siempre sobre ella.

 

30 La boca del justo habla sabiduría,

 

Y su lengua habla justicia.

 

31 La ley de su Dios está en su corazón;

 

Por tanto, sus pies no resbalarán.

 

32 Acecha el impío al justo,

 

Y procura matarlo.

 

33 Jehová no lo dejará en sus manos,

 

Ni lo condenará cuando le juzgaren.

 

34 Espera en Jehová, y guarda su camino,

 

Y él te exaltará para heredar la tierra;

 

Cuando sean destruidos los pecadores, lo verás.

 

35 Vi yo al impío sumamente enaltecido,

 

Y que se extendía como laurel verde.

 

36 Pero él pasó, y he aquí ya no estaba;

 

Lo busqué, y no fue hallado.

 

37 Considera al íntegro, y mira al justo;

 

Porque hay un final dichoso para el hombre de paz.

 

38 Mas los transgresores serán todos a una destruidos;

 

La posteridad de los impíos será extinguida.

 

39 Pero la salvación de los justos es de Jehová,

 

Y él es su fortaleza en el tiempo de la angustia.

 

40 Jehová los ayudará y los librará;

 

Los libertará de los impíos, y los salvará,

 

Por cuanto en él esperaron.